Como un paisaje de cuento: el otoño cae sobre las milenarias hayas que alfombran el suelo con sus hojas secas. Las setas crecen entre el musgo y a lo lejos se oye el murmullo de un arroyo. Basta con acercarse hasta el Pirineo Navarro para descubrir los encantos de la estación más mágica del año.
La mejor forma de hacer este viaje cromático es en coche y muy importante, sin prisa. Con tiempo para disfrutar contrastes rojos, amarillos, naranjas, ocres, marrones y verdes, morados, grises… y cada uno con mil gamas distintas. Y eso sí, mejor preparados con un buen calzado que nos permita hacer paradas para caminar de vez en cuanto sobre una alfombra de hojas secas.
En esta época del año, bosques y jardines que decoran los municipios del Valle, ofrecen una sinfonía de colores tan especial que su simple contemplación cautiva a aventureros ávidos de captar belleza.
Puedes también hacer senderismo por caminos panorámicos, especialmente diseñados para disfrutar del contacto más directo con la naturaleza. Y con puntos señalizados, miradores, donde los matices casi se multiplican. Ah, muy importante. No olvidar la cámara de fotos.