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En la entrada a Irati desde Aezkoa, en lo hondo del barranco de Txangoa, se alzan las ruinas de la Real Fábrica de  Municiones de Orbaizeta

La factoría se erigió en el siglo XVIII cerca de la antigua ferrería del monte Aezkoa; la riqueza maderera, la presencia de minas de hierro y cursos de agua propiciaron su instalación en este enclave.

El fin de la fábrica era el abastecimiento de munición al ejército. Para su construcción fueron cedidos a la corona los montes de Aezkoa y su existencia fue corta, apenas un siglo, pero muy azarosa. Su proximidad a la frontera la convirtió en objeto de constantes saqueos e incendios, pero conseguía resurgir una y otra vez hasta que en el siglo XIX fue suprimida definitivamente.

En la actualidad, las ruinas han sido devoradas por la vegetación, y escondidas bajo un manto verde de musgo esperan los trabajos de recuperación. Su aire enigmático y el ser una importante muestra de la arqueología industrial del siglo XVIII le ha valido la declaración de Bien de Interés Cultural.

El antiguo complejo fabril se articulaba en tres niveles integrando la fábrica, un poblado, la iglesia, las viviendas de los obreros y un ingenioso sistema que conectaba las carboneras y los almacenes minerales con la propia boca de los hornos a través de unas plataformas aéreas. Más de 150 trabajadores y sus familias, junto a tropas de vigilancia, vivieron durante años en este frondoso y perdido rincón de la Selva de Irati.

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